lunes, 4 de mayo de 2020

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Existen personas que siempre están, que no te dejan caer, que con una simple pregunta, saludo o envío de cualquier gilipollez te sacan una sonrisa en cualquier momento del día. Personas de las que sabes no te debes alejar, que te hacen más grande y que gracias a ellas encuentras tu estabilidad emocional. 

No es egoísmo querer pasar tiempo con uno mismo, decir que no, “parar” el tiempo de vida, encontrar nuestro yo y establecer límites con uno mismo y con el resto. Sí es egoísmo pensar solo en uno sin escuchar lo que te dice el mundo pensando que la vida solo avanzará cuando uno quiera. El tiempo no para; paramos nosotros.

La felicidad está en las pequeñas cosas, en los pequeños momentos y en las grandes personas. En esta sociedad actual es complicado encontrar a quien te escuche, te sostenga la mano y quiera hacerte avanzar en el sendero por el que tú consideras debes caminar. Actualmente no existen valores, no existe casi educación y el egoísmo impera cada vez más en una sociedad marcada por el individualismo y el aparentar.

¿Pero y la felicidad? ¿Quién de verdad piensa en tu felicidad? Aquellos que no se aferran a una única realidad, que escuchan, que se ponen en tu lugar, que te animan y te aconsejan sin importar cómo de rara sea tu historia, tus inquietudes, tus ralladas o tu bajón puntual. La vida no es lineal. La vida no pretende gustar, sin embargo, engancha.

Es complicado decir lo que se siente sin que en muchas ocasiones parezca una rareza y más loco es sentir desde dentro y que sea el corazón; un corazón abierto el que se encargue de hablar. Por ello:

  • Rodéate de personas con las que abrirte si sientes la necesidad de expresar no se convierta en una rareza. 
  • Rodéate de personas que no juzguen tus actos ni juzguen tus decisiones.
  • Rodéate de personas que quieren que avances y te animen a jugar y ganar.
  • Rodéate de personas que aunque no están en tu día a día te demuestren sí lo están.
  • Rodéate de personas a las que no le importe les vuelvas a decir día tras día “estoy menos roto que ayer”.
  • Rodéate de personas positivas objetivas.
  • Y sobre todo; rodéate de personas que te demuestren que aunque tengamos días grises, siempre vuelve a salir el sol.


No siempre menos por menos es más. Estamos muy equivocados cuando pensamos que las heridas siempre las cura el tiempo. En muchas ocasiones, nosotros mismos nos encargamos de curar, sanar y cicatrizar.

Protege tu paz, apóyate en quien quiere sumar.