domingo, 10 de mayo de 2020

Reencuentros aplazados que volverán a repetirse



En su cabeza, un montón de personas a las que poder abrazar a medida que fueran pasando cada una las fases. Siguiendo las normativas, sabía que con su familia no se podrían dar esos primeros abrazos y exaltación de sentimientos. Sin embargo, pensar en un reencuentro con su otra familia desperdigada ya le ponía nerviosa.

Nunca fue una chica cariñosa, le gustaba demostrar a su manera; con detalles y cosas varias, pero los abrazos y los besos los guardaba solo para determinados momentos. No por falta de interés ni por falta de ganas, simplemente porque el contacto físico nunca fue su fuerte.

Aquel domingo despertó en el mood domingo que desde hacía varias semanas era habitual. Contestó varias llamadas, escuchó varios audios, leyó varios mensajes y se puso a trabajar. Se sentía agradecida sabiendo que para sus amigos era muy especial aunque no lo lograba expresar y trasladar. Para ella, ese confinamiento había servido para valorar mucho más la amistad, para conocer a grandes personas y para reafirmarse en que todos en la vida pueden de una manera u otra aportar y sumar.

No sabía cuántos días exactos quedarían para poder volver a ver, abrazar y dialogar; simplemente se limitaba a no pensar. Llevaba el confinamiento sola y sin contacto físico con nadie, no quería ilusionarse ni ir más allá; << lo que tenga que venir, vendrá >> era su filosofía y hasta el momento no le había ido nada mal.

Aquel domingo de mayo también le dio por pensar en todos los encuentros que le hubiera encantado se produjeran y que por diversos motivos, no iban a pasar. Las redes sociales y los medios ese fin de semana no le hacían más que recordar que volvían los viajes, los encuentros con seres queridos y se daba un pasito más hacia la nueva realidad.

Recuerdos. Recuerdos en su cabeza un día más.

Sentada en su escritorio, quiso canalizar su nerviosismo con mucha premura ante un momento que no tenía fecha de caducidad. Comenzó a pasar a papel qué diría a las personas con las que había compartido el confinamiento más allá de ese esperando abrazo. Porque, sin saber cuál sería la fecha exacta, si sentía la necesidad de expresar a esas personas que iba a abrazar con su tónica habitual lo que habían supuesto en su día a día y cómo el confinamiento ponía en valor la palabra estar

-Anastasia, ¿hasta dónde estas dispuesta a llegar?- se preguntó a si misma 
-Hasta el final, como siempre hemos venido a ganar no a jugar y esta gente tiene que saber que el esperando reencuentro para mi, se quedará soso con un solo abrazo y algo más hay que contar.